Abril 24, 2024

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La mayoría lo negará (o no)

Por Julio C. Pacheco

Después del merecido día del Orgullo. Más que merecido éste, después de tanto oscurantismo, persecuciones, discriminaciones y sufrimiento. Después de lo que han pasado demasiados y demasiadas... y no sólo de lo pasado sino de lo repugnante, aparente, o no menos hipócrita, que siguen practicando muchos actualmente: una aparente tolerancia o una apuesta por la libertad sexual en público, con otro discurso muy diferente en el ámbito privado

Eso sin contar con los cerriles que en su vida nunca han practicado eso de la empatía y siguen embistiendo contra todos y todo, porque están en posesión de la verdad absoluta, ellos saben lo que está bien y mal, muchos saben hasta lo que opinan sus dioses al respecto. Que en su establo se queden.

Pero hoy es domingo, hace mucha caló, y me toca reivindicar en tono humorístico otro asunto.

Onanistas del mundo, ¡UNIROS!

Para los menos versados (es que poniendo estas palabrejas algún lector piensa que tengo mucha kurtura), un onanista es un pajillero o pajillera (para las últimas, no, pero hay que ser inclusivo) de toda la vida. Somos legión.

Al principio de mi confesable vicio, siendo un adolescente -tiempos de la prehistoria, ahora ya con casi 56 tacos- aquello era espectacular. De hecho si la naturaleza me hubiera dotado más contundentemente habría sido el farol que habría guiado mi vida. Pero la realidad es la realidad y descubrí posteriormente que: vivaracha pero mediocre.

Volvamos al tema que esto es el inicio de una revolución ideológica y no me imagino yo a Voltaire, Montesquieu, Marx o a Engels haciendo este tipo de divagaciones sin sentido alguno. Tenemos que ser reivindicativos con una una buena argumentación. Mínima, con un buen decálogo cómo mandan los cánones.

Lo primero del “amor propio” es hacerse visibles y dejar los armarios y el ocultarnos, al hashtag de #yotambiensoypajiller@, movilizaciones, pancartas... y pedir un hueco en LGTBI+. Ya estamos hartos en el trabajo de eso de: “Este se está tocando siempre los cojones... estará tocándose el chocho” (Disculpen las expresiones pero, cómo en mi caso, los del sector público también tenemos nuestro corazoncito y unos nos los tocamos más que la mayoría del resto de mis compañer -o, a, x- s. Añadan el resto del alfabeto que quieran que yo ya me perdí hace tiempo).

Todo un derroche de imaginación creativa. Sea el del butano, Brad Pitt o mi vecina la del quinto. O tos revueltos que para eso tenemos la imaginación y los unimos a orgía mental, total es de lo poco queda gratis ya (“cogitationes poenam nemo patitur”). Luego ya cada uno tiene su técnica y aparejos (perdonen que no escriba bien “el satisfaller”, porque cómo busque su nombre correcto en Google, durante unos meses tendría ofertas por todos los accesos de mi móvil).

Y mucho cuidado con nosotros -barra- nosotras que somos un grupo de poder, somos un lobby potente. ¿Se acuerdan del aforismo del docto filósofo Torrente?: “Es para relajar tensiones”. ¿Se pueden imaginar las que habrán caído entre jueces, cirujanas, notarios, ingenieras... mientras se han currado durante años una carrera y luego unas oposiciones de años y de resultado incierto?

Ya me imagino esa Gran Vía de Madrid, con todos pelándonos el asunto al unísono, pecho al frente, sonrisa abierta... todos los medios cubriendo el acontecimiento... los asesores políticos haciendo cálculos de si somos rentables electoralmente: ¡VIVA LA PAJA!

En fin ya no les aburro más, y esto de escribir con un móvil tiene su curro y luego mi amo se cabrea si escribo cosas fuera de lo estipulado.

Con el tiempo, si tienes la suerte de descubrir a otra persona con la que encima compartes tu vida, casi que lo de quemar cartuchería de fogueo te resulta una idiotez. Aunque alguna que otra cae porque después de depurar una técnica y seguir con una mente inquieta... y por esas cosas de la fidelidad y la lealtad... pero alguna paja cae.

Así, que con la pandemia (y no relajen la guardia), la caló y el verano... follen y peguen todos los polvos que puedan que esto simplemente era una broma entre cerveza y cerveza.

¡Feliz verano! Con mascarilla, preservativo y mucha prudencia... aunque me imagino a mí con 20 años y sé que esta gilipollez no la habría leído nunca.

Nota: Mi compañera es muy inteligente y dejó de leerme hace años. Por si acaso, agradezco el consejo de cualquier abogado matrimonialista.

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