Hace unos días se incendiaban las redes sociales por el espectáculo que dieron unos jóvenes universitarios, cual depravados hombres de neandertales, que jaleaban a sus compañeras vecinas con expresiones fuera de tono. Las omito porque, ciertamente, me parecen obscenas.

Todas las redes sociales, las noticias, incluso todos los partidos políticos, desde la izquierda hasta la derecha, se llevaron las manos a la cabeza. ¿En serio nos asustamos? Nos pasamos todo el día alentando a la gente, especialmente, a los jóvenes, a que tengan sexo como se quiera y con quien se quiera. Llevamos años potenciando una cultura hipersexualizada en todos los ámbitos sociales, también un extenso muestrario de talleres (promovidos por las instituciones) que, más que enseñar una sana afectividad, suscitan otra cosa bien distinta.

Las otras, las chicas del Santa Mónica que, en teoría tendrían que estar ofendidas, aparecen diciendo que no lo están, que es algo normal entre ellos y que es la manera que tienen de relacionarse. ¿De verdad nos rasgamos las vestiduras?

Amigos y amigas. Este altercado universitario no nos debe asombrar. Algo parecido se da todos los días en las redes sociales. No hace falta más que asomarse a la ventana de Instagram y ver cómo aparecen algunos adolescentes (con sus respectivos comentarios). No nos asustemos. Es lo que hemos creado, potenciado y asumido de manera colectiva. Un dato a tener en cuenta, según un estudio reciente, es que la mayoría de los adolescentes comienzan a consumir pornografía por primera vez a los 12 años y casi 7 de cada 10 (el 68,2%) consumen estos contenidos sexuales de manera frecuente. Los profesionales llevan tiempo alertando de esto.

Estos son los adolescentes y jóvenes que hemos diseñado y ¿nos sube la tensión porque no son discretos? Estos chicos y chicas del Elías Ahuja lo ven como “algo normal” porque nosotros se lo hemos enseñado de alguna manera, porque les hemos dicho que “es normal” tener sexo libre con quienes quieran, como quieran, donde quieran y cuando quieran, independientemente de su madurez afectivo-sexual.

En el fondo, nos hemos creído que el amor y la madurez son cosas de antiguos, de enfermos y rancios de sacristía y, luego, pasa lo que pasa. En este ámbito de la sexualidad, la madurez es una característica muy a tener en cuenta. No lo digo yo, lo dicen los expertos.

Por favor, no seamos hipócritas. Seamos adultos y coherentes. Un abrazo a todos. Ánimo y adelante.