Criticar el comunismo a partir del 2013 es muy fácil: todo aquel que conozca el desenlace de la historia lo sabe. Lo malo era hacerlo antes de la primavera de Praga, entonces era bien distinto: pues suponía criticar precisamente aquellos valores, que muchos defendemos quienes aborrecemos esa doctrina ideológica, compuesta por el engaño.

También desde el Cristianismo hubiéramos hallado respuestas a este estado de ánimo que tanto desasosiego no esta produciendo con este gobierno actual social comunista, la caridad y el concepto católico de fraternidad, y a la soberbia idea de solidaridad que propugna el socialismo como libertad, justicia fraternidad, es la oferta socialista y comunista, de colmar las aspiraciones de quienes pretenden construir un mundo mejor, lo venden muy bien, pero todo es puro humo. Pero de nuevo la falta de formación religiosa (hoy, gracias a Dios, la Iglesia insiste felizmente en su necesidad), la inmadurez de la propia fe, o tal vez la ausencia de pastores adecuados.

El comunismo español ha resucitado la guerra civil, una guerra ya olvidad por todos los españoles, en nuestras carreteras existen dos cunetas, la de la izquierda, y la de la derecha, pero estos solo hablan de una cuneta, han dividido al país entre buenos, y malos, teníamos convivencia, y sembraron odio, a las empresas las convierten en explotadores de trabajadores, y a los que quieren la unidad de España en fascistas, durante 40 años adoctrinan a nuestros jóvenes, éramos aliados de Estados Unidos, y hemos pasado a ser aliados de regimenes comunistas. 

Esta gente se inventa problemas donde no los hay, están enfrentando a padres, e hijos, amigos, y familiares, vecinos y hermanos, mienten descabelladamente, con todo. Con el virus hacen política, digo hacen política por la manifestación feminista, esta manifestación ha producido miles de infectados. Y quieren cargarse la constitución, y al Rey, nos quieren hacer saber que no sabemos de libertad, que la que impera es la que ellos proclaman, y su espejo, Cuba, Venezuela, el Ché, Castro, y otros. Ellos hablan de tolerancia, pero sino piensas como ellos, te hacen un escrache, te amenazan, te marginan y te miran como un apestado.ç

sí estamos después de 40 años de democracia, y quienes son los culpables posiblemente somos todos. Pero la palma se la llevan los políticos.