La declaración de los Derechos Humanos más que el resultado de un proceso histórico es un programa de futuro. En cada párrafo de esta declaración hay un llamamiento al esfuerzo, en cada línea una condena a la resignación y en cada frase se repudia un fragmento de nuestro pasado. Cada una de sus palabras nos obliga a examinar nuestra situación actual.

 Podemos hablar del retroceso de Los Derechos Humanos y de las políticas destructoras de nuestros derechos. Y como consecuencia del aumento de la desconfianza en los sistemas democráticos por esas políticas neoliberales que se practican. Cuando son contestadas por el pueblo son duramente reprimidas, Hong Kong, Chile, Colombia, Líbano, Paris, ……

De hecho, hay una regresión en la aplicación de los Derechos Humanos en todo el planeta y se pone en tela de juicio el valor de su universalidad. Muchos países firmaron en su día la Declaración Universal, pero prácticamente la tienen olvidada. Así los Derechos Humanos van perdiendo sus raíces y llegan a depender de visiones interesadas o legislaciones parciales que la mayoría de las veces tergiversan su intencionalidad original. De ahí que los Derechos se conquistan y de defienden, estamos en un momento de defensa de los DD.HH..

Hace pocos días se presentaba en Algeciras El VIII Informe FOESSA sobre Exclusión y Desarrollo Social en España y Andalucía confirma que la exclusión social se encuentra el 18,6% de los andaluces, un millón y medio de personas. Un sector de la población que tiene algún problema relacionado con la vivienda, la salud, el empleo, o han agotado la red de apoyo que les permitía salir a flote. De estos, cerca de 760.000 personas viven la exclusión de forma severa y de ellos, más de 300.000 acumulan tantos problemas que se podrían considerar descartados por la sociedad.

Aunque haya disminuido el desempleo, el aumento de la desprotección y la precariedad han provocado que hoy haya personas con trabajo no estén exentas de la exclusión. La temporalidad y los bajos salarios están creando trabajadores pobres. Esta situación está calando en la sociedad la idea de que el trabajo es más un privilegio que un derecho.

El desempleo en Andalucía todavía alcanza al 23% de la población. El 12% de las personas que trabajan se encuentran bajo el umbral de la pobreza y el 15% en exclusión social, a pesar de su esfuerzo personal no consiguen unas condiciones de vida mínimas. El 10%  de los andaluces/as convive en hogares donde todas las personas activas sufren el desempleo.

En cuanto a vivienda, resulta preocupante que 226.000 andaluces vivan con la incertidumbre de quedarse sin casa, y que 750.000 personas vivan en la pobreza severa después de pagar gastos de hipotecas, alquileres o suministros como el gas, la luz o el agua.

En nuestro país la exclusión social se está enquistando en su estructura social. Nos hemos resignado a que los derechos humanos no se cumplan, aunque estén recogidos en nuestra Constitución.

Un caso claro de riesgo social por falta de empleo, una vivienda y la protección social necesaria ha sido la reciente muerte en las calles de Algeciras de un joven con los primeros fríos del invierno. No nos podemos figurar lo que es dormir al raso y mal pertrechado, con frio, soledad, angustia y miedo. Por eso, exigimos un albergue público en Algeciras y un proyecto de vivienda pública para gente sin hogar y/o en situación de exclusión. Mientras, ayudemos y tomemos conciencia en este día tan especial de examen de la situación actual de los Derechos Humanos.

Y estamos a las puertas de un Centro de Internamiento para Extranjeros, CIE, estos centro son una muestra palpable de incumplimiento de los DD.HH., el derecho a migrar,  un recordatorio permanente que los DD.HH. hay que defenderlos, aquí se encierran a personas extranjeras en situación irregular, que en la mayoría de los casos no han cometido ningún delito. Esta es la acogida que damos a personas que se han jugado la vida para cruzar el Estrecho o el Mediterráneo, que han podido ver como compañeros han perdido la vida. Les acogemos encerrándoles y privándoles de la libertad. Por ello no queremos ni este CIE, ni el nuevo CIE ni ningún otro.

Hoy también hay que recordar a todas aquellas personas han perdido la vida en su intento de llegar a un lugar donde mejorar su situación y la de su familia. Hace pocos días perdían la vida 63  personas en las costas de Mauritania al naufragar la barca con la que pretendían llegar a las Islas Canarias.

Para terminar nada mejor que un poema “Nuestra hora” de Pedro Casaldáliga, que es un llamamiento al esfuerzo y al compromiso Individual y colectivo:

“Es tarde, pero es nuestra hora.

Es tarde, pero es todo el tiempo

que tenemos a mano

para hacer el futuro”.